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¿Por qué nos encanta el olor de los libros?

Seguro que reconoces esta situación: entrás en una librería y tus sentidos se ponen en alerta. Ojos como platos para poder ver todas las novedades que no tenías controladas, las manos pasando por encima de maravillosas portadas y ojeando páginas, y el olfato a punto para disfrutar de uno de los mayores placeres de los lectores: el olor de los libros. ¿Sos de los que mueren de gusto cuando huelen los libros? Claro, la mayoría de aficionados a la lectura adoran este aroma que…

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Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges: “Esse est percipi”

Viejo turista de la zona Núñez y aledaños, no dejé de notar que venía faltando en su lugar de siempre el monumental estadio de River. Consternado, consulté al respecto al amigo y doctor Gervasio Montenegro, miembro de número de la Academia Argentina de Letras. En él hallé el motor que me puso sobre la pista. Su pluma compilaba por aquel entonces una a modo de Historia Panorámica del Periodismo Nacional, obra llena de méritos, en…

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Alejandro Dolina: “Apuntes del fútbol en Flores”

En un partido de fútbol caben infinidad de novelescos episodios. Allí reconocemos la fuerza, la velocidad y la destreza del deportista. Pero también el engaño astuto del que amaga una conducta para decidirse por otra. Las sutiles intrigas que preceden al contragolpe. La nobleza y el coraje del que cincha sin renuncios. La lealtad del que socorre a un compañero en dificultades. La traición del que lo abandona. La avaricia de los que no sueltan…

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Marcos Mayer: “Ver o jugar”

Vos lo veías durante los entrenamientos y entendías eso que le resultaba tan incomprensible a la tribuna: que aunque el equipo cambiara una y otra vez de técnico, Di Pietro siguiera siendo titular. Es que cuando empezaba el partido de la práctica, después de la sesión de gimnasia, Di Pietro se transformaba en un verdadero crack. Ya sé, la palabra es vieja, pero ¿qué querés?, yo también soy viejo. No era que Di Pietro siempre…

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Osvaldo Soriano: “Gallardo Pérez, referí”

Para el mundial de 1986, Il Manifesto, de Roma, me pidió que escribiera un artículo por día durante todo el mes del campeonato. Maurizio Matteuzzi me explicó que no se trataba de viajar a México; ni siquiera de comentar los partidos por televisión. Desde Buenos Aires yo tenía que imaginar todos los días un relato vinculado con el fútbol para acompañar las conjeturas de los especialistas italianos. De entrada, Giorgio Monocorda, uno de los columnistas,…

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Roberto Fontanarrosa: “Escenas de la vida deportiva”

—Andá cambiándote, Tito —pidió Rogelio, que estaba sentado en el suelo poniéndose las medias. Tito se quedó mirando hacia la cancha, fruncida la nariz. —¿Nadie vino a reservar la cancha? —preguntó. Jorge había atado el extremo de una venda al paragolpes del auto, se había alejado un par de metros y ahora la enrollaba prolijamente. No contestó. —¿El boludo del Ruso no vino a reservar la cancha? —insistió Tito, el bolso al hombro. —Cambiáte, Tito…

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Rodrigo Fresán: “Final”

Jorge Luis Borges —ese escritor que aborrecía del fútbol porque “es feo estéticamente. Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos… Mucho más lindas que el fútbol son las riñas de gallos. Ocurren ahí nomás, al lado de uno, son ideales para miopes”— se había muerto unos días antes, casi al principio de todo el asunto, el 14 de junio. A mí, recuerdo, me divertían las opiniones de Borges.…

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Cuatro cartas a Clara Aparicio | Juan Rulfo

Carta XII Méx. a fines de febrero de 1947 Mayecita: Ellos no pueden ver el cielo. Viven sumidos en la sombra; hecha más oscura por el humo. Viven ennegrecidos durante ocho horas por el día o por la noche, constantemente como si no existiera el sol ni nubes en el cielo para que ellos las vean, ni aire limpio para que ellos lo sientan. Siempre así e incansablemente, como si sólo hasta el día de…

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León Tolstói: “Demasiado caro”

Relato verídico inspirado en Maupassant Existe un reino pequeñito, minúsculo, a orillas del Mediterráneo, entre Francia e Italia. Se llama Mónaco y cuenta con siete mil habitantes, menos que un pueblo grande. La superficie del reino es tan pequeña que ni siquiera tocan a una hectárea de tierra por persona. Pero, en cambio, tienen un auténtico reyecito, con su palacio, sus cortesanos, sus ministros, su obispo y su ejército. Este es poco numeroso, en total…

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