Cómo conseguir que no se te olvide nada de lo que leés Tema: Tips

Muchas veces me han preguntado cómo hago para recordar el argumento de todos los libros que leí a lo largo de mi vida. Y es que muchas veces nos ocurre que por más que nos concentremos en lo que leemos, apenas un par de años después se nos va borrando esa trama que tanto nos gustó. Pero existen varios trucos para ayudarnos. Estos son los que uso yo, pero seguramente existirán muchos más.

Creo que básicamente el secreto es convertir la lectura en algo significativo y sistematizado, animarse a marcar libros, a hacer fichas y resúmenes, y por supuesto releer cuando algo nos ha gustado mucho.

 

El correo, una buena herramienta

De entre todas las estrategias personales que se he probado para fijar para siempre lo leído, quizá esta sea una de las más útiles e interesantes. El método consiste, básicamente, en subrayar lo más importante. Poco sorprendente, ya que es lo que recomiendan la mayor parte de expertos.
Sin embargo, esto no es más que el principio: una vez terminado el libro, me gusta tomarme el tiempo para releer lo destacado y las notas al márgen, con el objetivo de reforzar la trama y los conceptos clave. Con una hora debería ser suficiente. Una vez terminado, me gusta hacer un resumen por escrito en un correo electrónico y me lo envío a mí misma.
Muchas personas también utilizan este método, pero no se limitan a la hora de enriquecer el texto con gráficos, infografías o fotografías de las páginas del libro. Incluso, no solo se envían una copia del resumen, sino que, además, programan el servicio de correo electrónico para volver a recibirlo un tiempo después, justo en el momento en el que los recuerdos del libro empiezan a desvanecerse. ¡Díganme si no es genial!

 

Tomar notas

Esta es la táctica de memorización más habitual. Si no te gusta escribir o marcar las páginas de tu libro –algo razonable–, siempre podés tomar notas en post-it o en un cuaderno aparte, aunque en este caso se pierda la capacidad de interactuar con el objeto-libro.
Lo que yo hago es siempre leer con un lápiz en la mano. Subrayo las frases que creo que se destacan en la trama o que me interesa profundizar, trazo líneas en el margen de los párrafos más importantes, dibujo diagramas para ver la estructura de las ideas clave.
A veces también me ayudo con un par de hojas, que terminan quedando archivadas dentro del mismo libro, en las que a medida que voy leyendo armo un esquema con lo más importante del libro y una lista con sus personajes centrales.

 

Tomate cinco minutos

Cada vez que termines el libro, tomate unos minutos para pensar en lo que acabas de leer. ¿Cuál es la principal idea de la historia? ¿Con qué libros o películas los podés relacionar? En caso de que se trate de una novela, ¿cuáles son las motivaciones de los protagonistas? Es algo muy semejante al papel que juegan las preguntas sobre comprensión escrita en los libros de texto de los alumnos de un colegio. Si nos cuesta desarrollar preguntas, podemos utilizar otra estrategia, que es contárselo a los demás. Al ordenar y sintetizar la información para explicarla de manera oral, estamos obligados a interactuar con ella y no ser simplemente receptores pasivos de lo que hemos leído. Si no sos capaz de hacerlo es porque, aunque pienses que sí, no has sido capaz de entenderlo.

 

Impresión, asociación y repetición

Los tres pasos de la memorización, también pueden ayudarte mucho. La mayor parte de nosotros nos quedamos en el primer paso, es decir, con la impresión que ha causado en nosotros lo que hemos leído. Por eso solemos recordar si una novela o una película nos han gustado, pero no podemos decir por qué.
Más complicado resulta pasar a la asociación, es decir, enlazar lo que hemos leído con lo que ya conocemos, y a la repetición. Es tan simple como volver sobre el mismo material hasta que conseguimos retener lo más importante. Como no tenemos tiempo para releer un libro una y otra vez, basta con volver sobre lo subrayado, lo que nos devuelve a nuestro consejo anterior.

 

Leer en diagonal primero

Puede parecer un consejo muy poco útil. ¿De verdad merece la pena echar un vistazo a todo el libro antes de meternos en profundidad en él? El doctor Bill Klemm, profesor de Neurociencia de la Universidad de Texas, considera que sí, especialmente si se trata de género ensayístico. “Todo material que deba ser estudiado con cuidado debe ser leído por encima primero”, explica.
Tres son las ventajas de este método: favorece el recuerdo cuando nos sumergimos en el texto por segunda vez; orienta el pensamiento, porque te ayuda a conocer dónde se encuentra lo más importante; y, sobre todo, proporciona una idea general del texto en el que estás a punto de sumergirte, lo que hace más fácil recordarlo más tarde. Ni qué decir que, cuanto más visual sea el libro (como ocurre con un manual), más útil es esta estrategia.

 

Pensar en imágenes

Nuestra memoria es mucho más visual que verbal o numérica, por lo que transformar las palabras que leemos en imágenes puede ayudarnos a recordarlas. “Una imagen puede no valer por mil palabras, pero sí puede capturar la esencia de docenas de ellas”, explica el profesor Klemm.
El profesor también recomienda utilizar una estrategia similar a la de los actores cuando memorizan un texto. Estos, recuerda, no lo aprenden palabra por palabra, sino que se meten en ello, “estudiando el significado del guión en profundidad, lo que parece que produce una memorización automática”. Conferir un significado concreto y meterse en el texto es la manera más sencilla de recordar aquello que se debe repetir más tarde.

 

Ojo con los atracones

Si no te acordás de las tramas de los libros que leíste hace poco, tal vez sea que has leído mucho pero mal, sin permitir que el texto se asiente en tu conciencia. Todos tenemos momentos en los que nos cuesta concentrarnos o que estamos cansados o apurados por terminar una historia y leemos “por arriba”.
Por eso debemos ser conscientes de nuestros límites y no pegarnos atracones que no nos dejarán más que una resaca lectora (es decir, dolor de cabeza y ni un solo recuerdo de lo que leímos la noche anterior).
Cada cual debe conocer su límite, que irá aumentando a medida que adoptemos mejores hábitos de lectura. Otro truco es detener la lectura cada cierto tiempo para reflexionar sobre aquello que acabamos de leer.